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EL CÓLICO DEL LACTANTE SE PUEDE PREVENIR... Y RESOLVER EN 90 MINUTOS

Muchos padres se desesperan ante el angustioso llanto de sus bebés cuando sufren lo que se denomina “cólico del lactante”, trastorno que afecta a un porcentaje importante de ellos durante los 3-4 primeros meses de vida porque la única recomendación médica es "armarse de paciencia". Y, sin embargo, puede prevenirse en buena medida y además existe un método terapéutico manual muy poco conocido que resuelve o alivia el problema en apenas 90 minutos.
"Todos los recién nacidos lloran. Es normal". Tal frase -o una similar- la han escuchado de boca de sus pediatras cientos de millones de madres. Es más, se considera natural que lloren unas 2 horas al día. Y no es verdad. Cuando un bebé llora es porque algo no va bien. Así, puede tener sed o hambre, sentir excesivo frío o calor, haber exceso de luz, encontrar incómoda la cuna o la ropa (que puede producirle alergia al igual que el chupete), haberse orinado o defecado, no conseguir conciliar el sueño, tener gases, padecer molestias estomacales o intestinales, sufrir de los oídos, padecer dolores o, sencillamente, tener fiebre por alguna infección bacteriana, vírica o fúngica... o, incluso, sufrir cualquier otra dolencia. Por tanto hay que indagar siempre la causa ya que sólo conociéndola puede uno afrontar el "mal-estar" del bebé y plantearse soluciones.
Pues bien, cuando éste llora casi a diario de forma inconsolable y sin motivo aparente durante más de 3 horas -especialmente al final de la tarde y durante la madrugada-, encoge las piernas pegándolas al pecho y se aprecia enrojecimiento de la piel y rigidez abdominal normalmente nos encontramos ante lo que ha dado en denominarse cólico del lactante, trastorno que los médicos consideran de etiología u origen desconocido y que actualmente afecta a 3 o 4 de cada 10 bebés entre los 15 días y 4 meses de vida (por supuesto, si además hay palidez y sudoración, fiebre, decaimiento, vómitos o deposiciones con sangre acuda inmediatamente al hospital; puede tratarse de algo más grave).
¿Y qué hacen normalmente los pediatras en tal caso? Decirles a los padres que es "un cuadro de evolución benigna que desaparece espontáneamente" (hay que ver lo bien que se enseña a los médicos a disfrazar con el lenguaje su ignorancia) y que sólo hay que tener "paciencia". Padres que, como es lógico, se desesperan al no poder consolar a su bebé. Afortunadamente sí existen modos de ayudar de forma eficaz a los bebés afectados por cólicos. Entre ellos un singular método terapéutico ideado por unos osteópatas españoles que en sólo dos sesiones -de 45 minutos cada una- han resuelto ya ese problema en el 90% de los más de 2.000 bebés que han tratado.
QUÉ HACER
Lo primero que uno se pregunta es obvio: si se ignora la causa, ¿por qué se le llama "cólico" a ese síndrome o conjunto de síntomas?
Pues evidentemente porque se parece mucho a lo que le sucede al adulto que sufre un cólico. Y de ahí también que la mayor parte de los médicos infieran -por puro sentido común- que hay algún problema con la alimentación o con el aparato digestivo. Por tanto, cuando un bebé sufre algún problema que no se corresponde con ninguna de las posibilidades antes mencionadas los padres deberían averiguar si es intolerante o alérgico a algo de lo que ingiere. Y tratándose de un bebé las posibilidades disminuyen mucho: suele tratarse del agua o de la leche. Si la causa está en el agua la solución es sencilla. Otra cosa es que se deba a la leche como generalmente suele ocurrir. En ese caso hay que valorar si el bebé está siendo amamantado por la madre o si ingiere leche preparada de animal (normalmente de vaca). Porque hay un alto porcentaje de la población mundial que no tolera la leche animal, especialmente a causa de la lactosa. Además para saber si ese es el motivo sólo hay que dejar de dársela al bebé y observar si mejora. Lo que así ocurre en el 90% de los ocasiones. Para corroborarlo basta agregar que el "cólico del lactante" se produce en la inmensa mayoría de los casos cuando el bebé es alimentado con leche animal en lugar de con leche materna.
¿Y entonces por qué a veces lo sufren bebés que sí son amamantados por la madre? Pues porque ellas sí suelen beber leche y/o productos lácteos o alimentos que producen habitualmente alergias -como algunos frutos secos, los huevos o el marisco- además de productos tóxicos como el tabaco, el café, el alcohol, las grasas saturadas o alimentos llenos de aditivos de todo tipo- y al estar contaminadas pasan esas proteínas y/o toxinas a sus bebés a través de la leche de sus pechos. Aunque el número de casos que se da entre bebés amamantados por sus madres es muy pequeño. Es más corriente, en cambio, entre quienes complementan la alimentación materna con la leche animal porque no producen la suficiente.
No olvidemos además que los niños que han sido amamantados por la madre gozan al crecer de un sistema inmunitario mucho más eficaz. Y no sólo eso: la leche materna es esencial para el buen desarrollo psicomotriz y neurológico. Así lo demostró el profesorB. Koletzko -de la Universidad Ludwid Maximilian de Munich- en el año 2000. Tras un amplio estudio constató que niños alimentados con leche materna presentaban a los ocho años un coeficiente intelectual superior en 10 puntos a los alimentados con leches de sustitución. Según explicó una de las causas está en los ácidos grasos presentes en la leche materna pues participan en la edificación de los nervios y del cerebro, es decir, en la transmisión de la información y en el desarrollo cerebral. Algo muy importante sobre todo en el caso de los bebés prematuros ya que al estar éstos menos tiempo en el útero de la madre reciben menor cantidad de ácidos grasos.
Y también tienen menos riesgo de sufrir diarreas que los que consumen leches de sustitución. Y si bien ese hecho se conoce desde hace tiempo la razón la descubrió un grupo de científicos del Instituto Nacional de Investigación Agrónoma de Francia coordinado por Marie-Christine Moreau y está en el papel que juegan las bifidobacterias presentes en el tubo digestivo de los bebés que han sido amamantados ya que aumentan significativamente la respuesta del sistema inmune contra los rotavirus (virus responsables de las diarreas).
Los investigadores apuntan también que la leche, cuando el bebé es intolerante a ella, puede producir quemazón en el esófago siendo lo que explicaría el llanto prolongado. En cuanto a los gases se discute aún si puede ser causa de tanto malestar como para provocar el llanto al bebé... o si éste padece el problema al tragar mucho aire al llorar pero lo cierto es que con frecuencia el llanto se reduce considerablemente cuando el niño empieza a expulsarlo en forma de ventosidades.
En cuanto a la afirmación de algunos "expertos" de que “educar” a los padres para que sepan afrontar la situación con serenidad lleva a mejorías espectaculares de los bebés preferimos no dar nuestra opinión de forma muy explícita para no resultar ofensivos pero decir que los bebés perciben la ansiedad de los padres y eso puede hacerles inseguros y llevarles a llorar con más intensidad es pura especulación.
Lo que sí puede ayudar al bebé es ponerle sobre el vientre una bolsa de agua caliente -no demasiado- así como masajear suavemente su abdomen.
En cuanto a la utilidad de las infusiones está demostrado que tomar en muy pequeñas cantidades anís estrellado, manzanilla, regaliz, hinojo o melisa -cualquiera de ellas o una mezcla de varias- es eficaz aunque haya quien achaque a su ingesta una posible irritación o intoxicación.

UN MÉTODO EFECTIVO
En suma, la gran mayoría de los pediatras, en lugar de tener en cuenta lo antes dicho, recomiendan "paciencia". Claro que no pueden ofrecer otra cosa porque no hay fármacos para bebés con los que salir del paso como hacen con los adultos.
No es, desde luego, el caso de Domingo Rubio, osteópata español que hace hoy ocho años se planteó una posible solución al problema...y asegura haberla encontrado. De hecho lleva desde entonces practicándola en su consulta de Osteopatía en Palencia así como en La Bañeza (León) y Valladolid.
-Dice usted que ha concebido una técnica que resuelve o alivia los llamados cólicos del lactante en el 90% de los casos. ¿Cómo llegó a ella?
-Pues de forma un tanto casual. Verá, en mi consulta trabajamos la Osteopatía en sus tres niveles –estructural, visceral y sacrocraneal- y pensamos que cualquier problema que limite la calidad de vida se puede mejorar con ella. Pues bien, hace 8 años aceptamos tratar al bebé de unos pacientes que lloraba todo el día y no comía. Como se puede imaginar los padres estaban tristes, cansados y algo abatidos porque nadie les daba más solución que tener paciencia así que aplicamos nuestros conocimientos de osteopatía visceral con el cuidado propio de cuando se hace algo por primera vez y con mayor motivo al tratarse de un bebé. Y no debimos hacerlo mal porque después de la sesión durmió toda la noche y comió correctamente.
-Pero, ¿qué hicieron exactamente?
-Algo tan simple como efectivo: mediante un movimiento cuidadoso de los dedos elastificamos el paquete visceral del bebé, desde el esfínter esofágico inferior de la entrada del estómago hasta el recto. Y al tercer día de tratamiento el bebé ya no presentaba ningún síntoma. Comía, dormía y eructaba sin problemas. A pesar de lo cual la madre estuvo trayéndolo todos los días durante la siguiente semana.
-¿Y no volvió a tener síntomas nunca más?
-Ninguno. De hecho fue tan espectacular y rápida la solución que, aconsejados por estos padres, vinieron otros que nos trajeron a sus bebés con cólicos. Ello nos permitió ayudarles y de paso perfeccionar nuestro método y su efectividad.
-¿A cuántos niños han tratado hasta la fecha?
-A más de 2.000. Incluso hemos tratado a bebés que presentaban cólicos con tan sólo 4 días y algunos que los sufrían pese a haber cumplido un año.
-¿Con qué resultados?
-Muy buenos. Mire, con sólo dos sesiones que duran entre 30 y 45 minutos cada una separadas entre sí dos o tres días desaparecen definitivamente los cólicos en el 90% de los casos. El otro 10% tiene que acudir a una o dos sesiones más.
-Y dice que el método consiste en elastificar el paquete visceral del bebé. ¿Puede darnos más detalles?
-Lo que hacemos es, manualmente y con mucha suavidad, relajar y elastificar el intestino así como su sistema fascial, es decir, el contenido y el contenedor. Nosotros partimos de la base de que en el bebé se da una inmadurez del aparato digestivo y por eso incidimos en sus estructuras. En pocas palabras, tratamos de elastificar la zona de los intestinos para eliminar las tensiones y mejorar el tránsito intestinal. El movimiento de nuestras manos relaja la musculatura lisa del intestino, formada por una capa circular profunda y una capa longitudinal superficial. Este músculo, vigoroso y tónico, se encuentra en el origen de los movimientos peristálticos del intestino.
-¿Y qué presión hace falta ejercer para elastificar el intestino de un bebé?
-De entre 5 a 10 gramos por centímetro cuadrado. Con los dedos vamos “escuchando” y esperando la respuesta del cuerpo, trabajando de la zona más superficial a la más profunda, penetrando por capas a medida que el propio cuerpo nos deja. En la primera sesión intentamos elastificar la zona más externa y en la segunda, cuando ya observamos que la zona intestinal del bebé ha mejorado, trabajamos sobre la zona más profunda. En todo caso esta técnica sólo se puede realizar con éxito si el bebé está relajado. Es decir, que la presión que ejercemos no es en absoluto molesta. De lo que se trata es de que el bebé esté cómodo –algo que, creo, se puede apreciar en las fotografías- porque eso es clave para que el resultado sea positivo.
-¿Y cuáles son los efectos inmediatos que se observan en el bebé?
-En los primeros meses de vida hay dos actividades básicas que influyen en el desarrollo y bienestar de todo bebé: comer y dormir. Y las dos mejoran cuando desaparecen los cólicos. Cuando el bebé deja de llorar desesperadamente mejora la calidad de su sueño y la calidad de sus tomas. Pues bien, con este método se resuelven los cólicos y, por tanto, los efectos positivos para ambas actividades son inmediatos. Por ejemplo, la terapia mejora todas las funciones relacionadas tanto con la alimentación del bebé -que realiza tomas más correctas y mantiene mejor el tiempo entre ellas- como con la asimilación de los nutrientes y la eliminación de gases y heces. Además se observa mayor facilidad para el eructo y, como efecto secundario, se consigue un aumento en su bienestar general al mejorar el tiempo y la calidad de sueño y de descanso.
-¿Y no sufren los bebés durante el tratamiento?
-No deben pasarlo muy mal porque algunos hasta se quedan dormidos durante la sesión. Normalmente están relajados y a gusto. De hecho no podemos trabajar bien si el bebé está llorando o intranquilo.
-¿Y los padres pueden aprender esta técnica?
-No, porque para practicar este método se necesita un conocimiento en profundidad de anatomía visceral y tener la sensibilidad de un terapeuta manual entrenado. Y eso sólo se consigue con años de experiencia. La terapia debe aplicarla alguien experimentado.
-Entendemos. Felicidades pues por una técnica tan útil, sencilla e inocua. Estamos seguros de que interesará a muchos padres desesperados e insomnes a causa de los llantos incesantes de sus bebés. Gracias por su amabilidad.
-A ustedes.

L. J.


PUBLICADO POR http://www.dsalud.com

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